El destacado científico espacial ruso Vitaly Melnikov, quien en el pasado ayudó a colegas de la NASA, murió en extrañas circunstancias. El profesor, de 77 años, que había dirigido el Departamento de Sistemas Espaciales y de Cohetes de RSC Energía, el principal fabricante de naves espaciales de Moscú, no superó una repentina y grave enfermedad.
Las primeras informaciones indican que se trató de un envenenamiento. “Fueron hongos no comestibles”, indicó el periódico local Moskovsky Komsomolets, en una información replicada por los medios británicos Daily Mail y Mirror.
Los médicos no pudieron salvar a Melnikov después de luchar contra una “intoxicación grave” durante más de dos semanas, agregaron.
Melnikov trabajó como investigador jefe en TsNIIMash, una división de Roscosmos, la agencia espacial rusa. Fue autor de 291 artículos científicos y era considerado uno de los científicos espaciales más destacados del país.
La muerte de Melnikov se produjo pocos días después de que un general de alto rango, alguna vez cercano a Vladimir Putin, también muriera misteriosamente. El general Gennady Lopyrev, de 69 años, debía ser liberado de prisión después de haber sido encarcelado en 2017. Sin embargo, después de enfermarse repentinamente, Daily Mail informó que le dijeron que le habían diagnosticado una leucemia no diagnosticada previamente.
Había sido encarcelado por un tribunal militar acusado de aceptar sobornos y poseer ilegalmente municiones, cargos que él siempre negó. De manera similar, el mes pasado, una política de la oposición rusa que desafió la invasión de Ucrania fue envenenada.
Elvira Vikhareva, de 32 años, había sido durante mucho tiempo una crítica abierta del Kremlin y compartió pruebas con el canal de noticias ruso Sota que, según advirtió, mostraban que había sido envenenada. Comenzó a sentirse mal en noviembre del año pasado, antes de morir en febrero de 2023.
La nave espacial rusa que se estrelló en la luna
El fallecimiento de Melnikov ocurrió días después de que una nave espacial rusa no tripulada se estrellara en la superficie de la luna, un revés vergonzoso para un país que fue el primero en enviar a un hombre al espacio.
Luna-25, la primera sonda lanzada por Rusia hacia la luna desde 1976, se estrelló en el satélite terrestre. Roscosmos, la empresa espacial estatal rusa, comunicó que había perdido el contacto con la nave a las 11:57 GMT del sábado 19 de agosto, tras un problema en el momento de ponerla en órbita antes del aterrizaje. El aterrizaje estaba previsto para el lunes 21.
El sábado “hacia las 14:57 [11:57 GMT] la comunicación con Luna-25 se interrumpió”, explicó la agencia espacial rusa en un comunicado. “Según los resultados preliminares” de la investigación, el aparato “dejó de existir tras una colisión en la superficie lunar”, añadió.
Según los resultados del análisis preliminar, el motivo del accidente fue “la desviación de los parámetros reales de impulso” calculados con anterioridad.
El fracaso subraya el declive de la potencia espacial rusa desde los días gloriosos de la competición de la Guerra Fría, cuando Moscú fue el primero en lanzar un satélite a la órbita de la Tierra -el Sputnik 1, en 1957- y el cosmonauta soviético Yuri Gagarin se convirtió en el primer hombre en viajar al espacio en 1961.
También se produce cuando la economía rusa, de 2 billones de dólares, se enfrenta a su mayor desafío externo en décadas: la presión de las sanciones occidentales y la lucha contra la mayor guerra terrestre en Europa desde la Segunda Guerra Mundial.
El caso de Dan Rapoport
Días después de la muerte del jefe del Grupo Wagner, Yevgeny Prigozhin, luego de que el avión privado en el que viajara se accidentara misteriosamente en Rusia, otra extraña muerte ha vuelto a recuperar el interés del público, precisamente por su relación con la élite del Kremlin. Se trata de la extraña caída desde un edificio de Dan Rapoport, un ciudadano estadounidense nacido en la Unión Soviética que hizo una fortuna en la Rusia poscomunista antes de enfadarse con el régimen.
La muerte de Rapoport, la cual fue calificada como un suicidio, sigue siendo aún un misterio sin resolver. En un artículo publicado este viernes, el medio estadounidense POLITICO reveló contactos con varias personas cercanas al ex empresario de Moscú.
“Hay algo aquí que no me cuadra”, dijo Jason Jay Smart, consultor político estadounidense radicado en Kiev y figura abierta de los medios de comunicación pro Ucrania que era cercano a Rapoport. “Ninguno de los que lo conocieron están convencidos de que simplemente se levantó y decidió saltar”, le expresó a la revista estadounidense.
“Lo principal que ha sucedido es algo que no ha sucedido: es que las autoridades encargadas de hacer cumplir la ley en Washington no han presentado nada más concluyente sobre lo que ocurrió”, indicó otro antiguo asociado, Bill Browder, el ex financiero de Moscú convertido en el antagonista más vendido del Kremlin. “Este es un tema muy serio. Es un ciudadano estadounidense que era enemigo de Vladimir Putin y que murió prematuramente. Eso merece una investigación seria”, le dijo a POLITICO.
Y es que para muchos fue muy llamativo el hecho de que protagonizó un hombre que alguna vez se movió en círculos de élite y fue dueño de la casa que más tarde se convirtió en la residencia de Ivanka Trump y Jared Kushner.
Lo que confunde a los críticos, según la revista estadounidense, es el silencio adoptado por el Departamento de Policía Metropolitana de Washington en los días posteriores a la muerte de Rapoport, a pesar de que se acumulan en todo el mundo los recuentos de suicidios de personas rusas enemistadas con Putin de maneras dudosas.
Rapoport murió el pasado 14 de agosto de 2022 a los 52 años. Los agentes que llegaron al lugar donde estaba su cadáver, en las afueras de un edificio de lujo en el vecindario de West End de la capital estadounidense, aseguran que el cuerpo vestía chanclas y un sombrero negro. Lo encontraron con un teléfono celular roto, audífonos y 2.620 dólares en efectivo, pero sin billetera.