Pedro Sánchez ha prometido este viernes su cargo ante el rey como presidente del Gobierno. Es la tercera vez que lo hace desde que el 1 de junio de 2018 ganara la moción de censura contra Mariano Rajoy. Con esta promesa, el secretario general del PSOE inicia su nuevo mandato al frente de un nuevo Gobierno de coalición con Sumar, el segundo de la democracia.
“Prometo, por mi conciencia y honor, cumplir fielmente las obligaciones del cargo de presidente del Gobierno, con lealtad al rey y guardar y hacer guardar la Constitución como norma fundamental del Estado, así como guardar en secreto las deliberaciones del Consejo de Ministros”, ha pronunciado Sánchez con la mano derecha depositada en un ejemplar de la Carta Magna.
Después de este paso, Sánchez afronta la tarea de elegir a los miembros de su nuevo gabinete. A falta de que cierre los últimos flecos con Yolanda Díaz en lo relativo a la distribución de las carteras, la posibilidad de que Sánchez se rearme con perfiles políticos a su alrededor gana enteros ante su legislatura más compleja.
Y es que, todos o casi todos los votos cosechados para su investidura serán necesarios para cada una de las votaciones que se produzcan, pues PSOE y Sumar no disponen de una mayoría por sí solos (152 diputados).
El candidato del PSOE logró el respaldo mayoritario del Congreso de los Diputados para iniciar un nuevo mandato. Solo PP, Vox y UPN votaron en contra.
El líder socialista fue investido presidente por mayoría absoluta, pero estos votos proceden de diferentes espectros ideológicos enfrentados entre sí, unas diferencias que se acentuarán de cara a los próximos comicios gallegos, vascos (ambos previsto para 2024) y catalanes (en 2025).
Más allá de la experiencia de la pasada legislatura, en la que Sánchez echó mano de la geometría variable (apoyarse en fuerzas de diferente signo dependiendo del carácter de la iniciativa), en el presente periodo legislativo no hay más alternativa que apoyarse al menos en ERC, Junts, EH Bildu y PNV, salvo que el PP dé su aval, algo que se antoja complicado.
“El Congreso anterior era el más fraccionado, pero este es más difícil de gestionar”, relatan fuentes del equipo negociador del PSOE.
En la parte socialista, hay nombres que se dan por hecho que seguirán, como el de la ministra de Hacienda, María Jesús Montero; el ministro de la Presidencia, Félix Bolaños; la vicepresidenta tercera y ministra para la Transición Ecológica, Teresa Ribera; y la ministra de Educación, Pilar Alegría. Hay visos de que el titular de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, y la ministra de Ciencia, Diana Morant, sigan contando con la confianza del líder del Ejecutivo.
La continuidad de la vicepresidenta primera y ministra de Asuntos Económicos, Nadia Calviño, está en el aire. No porque Sánchez no quiera, sino por su candidatura para liderar el Banco Europeo de Inversiones. El desenlace de esta pugna será pronto, mientras que la toma de posesión está prevista para enero de 2024, por lo que, en caso de resultar elegida, Sánchez tendría que buscar a otra persona para esta cartera de especial relevancia, suponiendo una crisis de gobierno en los primeros compases de su andadura.
En cuanto a la parte minoritaria del Gobierno, se da por hecho que la actual vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, volverá a desempeñar el mismo cargo. También, que el actual portavoz del partido, Ernest Urtasun, ocupará la cartera de Cultura.
La líder de Más Madrid, Mónica García, suena para Sanidad; Sira Rego, portavoz de IU y eurodiputada, también se postula para liderar un nuevo ministerio; y Derechos Sociales podría recaer en Nacho Álvarez, actual secretario de Estado de Derechos Sociales, o Pablo Bustinduy, ex secretario de Internacional de Podemos y miembro del equipo de campaña de Sumar.