Días después de que el huracán Helene devastara el sureste de Estados Unidos, surgió una crisis en Asheville. Las autoridades se comprometieron a llevar más agua, alimentos y suministros a las áreas afectadas, que carecen de electricidad y servicio de telefonía móvil. Las víctimas mortales de la tormenta superan las 100, con al menos 116 muertos en varios estados, incluido un condado de Carolina del Norte que reportó 35 fallecidos.
El gobernador Roy Cooper advirtió que la cifra de víctimas podría aumentar a medida que los equipos de rescate lleguen a las zonas aisladas debido al colapso de carreteras e inundaciones generalizadas. Se estaban enviando suministros por aire a la región de Asheville, y la directora del condado de Buncombe, Avril Pinder, aseguró que para el lunes habría alimentos y agua en la ciudad. «Los escuchamos. Necesitamos comida y necesitamos agua», comentó Pinder en una llamada con periodistas.
Las autoridades señalaron que la reconstrucción tras la devastación de viviendas y propiedades será un proceso largo y complicado. La tormenta afectó gravemente la vida en todo el sureste, con muertes también en Florida, Georgia, Carolina del Sur y Virginia. Cooper instó a los residentes del oeste de Carolina del Norte a no viajar, tanto por su seguridad como para mantener las vías despejadas para los vehículos de emergencia. Más de 50 equipos de búsqueda están activos en la región, buscando a personas atrapadas. En uno de los rescates logró salvar a 41 personas al norte de Asheville, mientras que otro se centró en un bebé. Los rescatistas localizaron a las víctimas mediante llamadas al 911 y mensajes en redes sociales, según el Ayudante General de la Guardia Nacional de Carolina del Norte.