Un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Ámsterdam encontró que el cerebro humano posee una capacidad única para percibir y codificar de manera instantánea las posibilidades de movimiento en su entorno, una hazaña cognitiva que la inteligencia artificial (IA) aún no logra replicar.
Este hallazgo revela una diferencia fundamental entre la inteligencia humana y la artificial, y arroja luz sobre el motivo por el cual el ser humano ha alcanzado un nivel de adaptación y supervivencia que ninguna máquina ha podido igualar.
Qué hace único a los humanos, la base donde comenzó la investigación
De acuerdo con lo publicado en el diario científico PNAS, el grupo de investigación, liderado por la neurocientífica computacional Iris Groen, se propuso responder a una pregunta aparentemente trivial: ¿cómo sabe una persona, de forma intuitiva, que puede caminar por un sendero o nadar en un lago con solo mirar una imagen?
La respuesta, lejos de ser simple, ha desvelado uno de los secretos mejor guardados del cerebro humano. El estudio demostró que el cerebro humano cuenta con representaciones neurales especializadas para identificar las posibilidades de acción, conocidas como affordances, que el entorno ofrece.
Groen explicó que este concepto va más allá de la teoría psicológica cuando se observa cómo el cerebro procesa estas oportunidades. “Imagina una escalera que puedes subir, o un campo abierto por el que puedes correr”, señaló Groen, subrayando que el cerebro humano no solo reconoce objetos, sino que evalúa de forma automática lo que se puede hacer con ellos.
Cómo encontraron la característica que la IA no ha podido replicar de los humanos
Para investigar este fenómeno, el grupo de Clemens Bartnik utilizó resonancia magnética funcional (fMRI), mientras los participantes del estudio miraban fotos de entornos interiores y exteriores.
Los voluntarios debían indicar, mediante un botón, si la imagen sugería la posibilidad de caminar, andar en bicicleta, conducir, nadar, navegar o escalar. Durante este proceso se registró la actividad cerebral en tiempo real.
Los resultados mostraron que ciertas áreas de la corteza visual se activan de una forma que no puede explicarse únicamente por la presencia de objetos o colores en la imagen. Groen destacó: “Estas áreas del cerebro no solo representan lo que se puede ver, sino lo que puedes hacer con ello”.
Un aspecto relevante del estudio es que este procesamiento ocurre de manera automática, incluso cuando los participantes no reciben instrucciones explícitas para pensar en acciones.
Qué hace más evolucionados a los seres humanos que a las máquinas
El análisis de las respuestas de fMRI multivoxel en la corteza visual selectiva de escenas reveló que las affordances locomotoras percibidas se representan de forma independiente de otras características de la escena, como objetos, materiales de superficie, categoría de escena o propiedades globales.
Esta especialización neuronal otorga a los humanos una ventaja evolutiva significativa, permitiendo navegar por espacios complejos sin esfuerzo consciente.
También, el estudio evaluó la capacidad de los algoritmos de inteligencia artificial, incluidos modelos de reconocimiento de imágenes y GPT-4, para predecir las acciones posibles en un entorno. Los resultados fueron contundentes: la inteligencia artificial resultó inferior en la predicción de acciones posibles.
Groen explicó que, aunque los modelos de IA pueden aproximar los juicios humanos cuando se entrenan específicamente para el reconocimiento de acciones, los patrones cerebrales humanos no coinciden con los cálculos internos de estos modelos.
Cómo es el procesamiento de la IA a comparación del cerebro humano
La líder de la investigación reconoció que “incluso los mejores modelos de IA no dan exactamente las mismas respuestas que los humanos, aunque sea una tarea tan simple para nosotros”.
Esta diferencia es producto de que la percepción humana está profundamente conectada con la experiencia física en el mundo, mientras que los modelos de IA carecen de esa corporalidad.
Esta brecha se hace aún más evidente cuando se observa que los sistemas de IA pueden superar a los humanos en tareas específicas, como jugar ajedrez o analizar grandes volúmenes de datos, pero quedan rezagados en la comprensión intuitiva del espacio y el movimiento.