Santo Domingo.- En los últimos dos meses, al menos 20 de los 400 policías kenianos que participan en la misión internacional de apoyo a la seguridad en Haití han presentado cartas de renuncia, en protesta por los prolongados retrasos en el pago de sus salarios y las condiciones de trabajo insostenibles. Estos agentes forman parte de la fuerza antimafia respaldada por la ONU, conocida como la Misión Multinacional de Apoyo a la Seguridad (MSS), que busca contener la violencia de las pandillas en el país caribeño.
Los oficiales renunciantes aseguran que, a pesar de haber entregado sus solicitudes de dimisión, no han recibido respuesta y continúan desempeñando sus funciones en medio de un ambiente de creciente tensión. El jefe de la Policía Nacional de Kenia, Douglas Kanja, abordó este tema en una conferencia de prensa el miércoles, afirmando que los agentes habían recibido sus pagos hasta finales de octubre. Sin embargo, tres policías contradijeron esta declaración, sosteniendo que su último pago fue en septiembre.
Desde su despliegue en junio, Kenia ha enviado cerca de 400 oficiales a Haití para integrar la MSS, que está diseñada para estar compuesta por aproximadamente 2,500 efectivos de una decena de países. Sin embargo, la misión ha enfrentado serias dificultades por la falta de fondos y la escasez de personal, y solo un reducido número de oficiales de otras naciones ha llegado al país. Además, la promesa del presidente de Kenia, William Ruto, de enviar otros 600 oficiales en octubre, no se ha cumplido.
Los agentes kenianos han expresado que la violencia de las pandillas en Haití ha empeorado significativamente, especialmente en el último mes, cuando grupos armados expandieron su control a zonas de Puerto Príncipe que aún no estaban bajo su dominio. Uno de los oficiales describió las condiciones en el terreno, señalando que no estaba preparado para la realidad de lo que encontró y relató imágenes perturbadoras, como perros alimentándose de carne humana en las calles. Además, los agentes informaron que enfrentan un suministro inadecuado de munición para hacer frente a los ataques, que han aumentado en intensidad y han dirigido sus ataques contra las fuerzas de policía kenianas.
Las tensiones entre los agentes y los líderes de la misión no solo reflejan problemas logísticos y financieros, sino también el riesgo de una crisis aún mayor en una región que ya enfrenta una situación humanitaria desesperada debido a la violencia descontrolada de las pandillas. La comunidad internacional, y especialmente la ONU, se enfrenta al desafío de garantizar la estabilidad en Haití y la protección de los efectivos internacionales desplegados.