La reciente tensión diplomática entre Colombia y EE.UU. estuvo a punto de convertirse en una grave crisis cuando el presidente colombiano Gustavo Petro decidió no permitir que dos aviones militares estadounidenses aterrizaran en Colombia con deportados. Esto provocó una fuerte respuesta de EE.UU., que amenazó con imponer aranceles del 25% a los productos colombianos. Sin embargo, ambos países lograron calmar la situación el domingo por la noche, después de intensas negociaciones. Colombia aceptó permitir los vuelos de deportación sin restricciones, pero con la condición de garantizar el trato digno de los deportados. A cambio, EE.UU. suspendió las sanciones, incluidos los aranceles, y acordaron que los vuelos se realizaran bajo protocolos específicos. Además, EE.UU. revocó los visados de algunos empleados colombianos del Banco Mundial involucrados en la crisis. A pesar de la tensión, se evitó una escalada mayor y las deportaciones continuaron bajo los nuevos términos acordados.