La entrega del Premio Nobel de la Paz 2025 a María Corina Machado, recibido por su hija Ana Corina Sosa Machado en Oslo, se convirtió en un testimonio de la resistencia venezolana y en una reflexión sobre el significado universal de la libertad.
En su discurso, leído por su hija, Machado situó el relato en la travesía colectiva de su país.
“He venido a contarles una historia, la historia de un pueblo y su larga marcha hacia la libertad. Esa marcha me trae hoy aquí, como una voz entre millones de venezolanos que se han levantado una vez más para reclamar el destino que siempre les ha pertenecido”, afirmó María Corina Machado en sus palabras.
La líder opositora reconstruyó la identidad venezolana a partir de su historia y de la diversidad de sus raíces.
“Venezuela nació de la audacia, moldeada por una fusión de pueblos y culturas. De España heredamos una lengua, una fe y una cultura que se hermanaron con nuestras raíces ancestrales indígenas y africanas”, recordó Machado, subrayando el carácter fundacional de la primera constitución republicana del mundo hispano en 1811.
“Allí afirmamos una idea radical: que cada ser humano posee una dignidad soberana. Esa constitución consagró la ciudadanía, los derechos individuales, la libertad religiosa y la separación de poderes”, sostuvo.
El discurso transitó por los momentos de prosperidad y apertura que definieron al país en el siglo XX.
“En tiempos de paz, convertimos esa riqueza repentina en un motor de conocimiento y de imaginación. Con el ingenio de nuestros científicos erradicamos enfermedades, fundamos universidades de prestigio mundial, museos y salas de conciertos, y enviamos miles de jóvenes venezolanos a estudiar en el exterior, confiando en que sus mentes libres regresarían a transformar el país”, relató Machado.
Además, destacó el papel de Venezuela como refugio.
“Abrimos los brazos a migrantes y exiliados de todos los rincones del mundo: españoles que huían de la guerra civil, italianos y portugueses escapando de la pobreza y las dictaduras, judíos que dejaban atrás el Holocausto, chilenos, argentinos y uruguayos que huían de los regímenes militares, cubanos que repudiaban el comunismo y familias enteras de Colombia, Líbano y Siria que buscaban la paz. Les dimos hogar, escuela y seguridad, y todos ellos se hicieron venezolanos”.
La líder opositora advirtió sobre los riesgos de la complacencia democrática y la concentración de poder.
“Incluso la democracia más fuerte se debilita cuando sus ciudadanos olvidan que la libertad no es algo que debamos esperar, sino algo a lo que debemos dar vida. Es una decisión personal, consciente, cuya práctica cotidiana moldea una ética ciudadana que debe renovarse cada día”, expresó.
Machado identificó el inicio del deterioro institucional.
“El cabecilla de un golpe militar contra la democracia fue elegido presidente, y muchos pensaron que el carisma podía sustituir el Estado de derecho”.
La descripción de la crisis venezolana fue directa y detallada.
“Desde 1999, el régimen se dedicó a desmantelar nuestra democracia: violó la Constitución, falsificó nuestra historia, corrompió a las Fuerzas Armadas, purgó a los jueces independientes, censuró a la prensa, manipuló las elecciones, persiguió la disidencia y devastó nuestra biodiversidad”, denunció Machado.
La magnitud del colapso económico y social quedó reflejada en cifras.
“La economía colapsó más de un ochenta por ciento, la pobreza superó el ochenta y seis por ciento, y nueve millones de venezolanos se vieron obligados a huir. No son solo cifras; son heridas abiertas”.
Machado relató cómo la represión y la división social se convirtieron en herramientas del régimen.
“El régimen se propuso dividirnos: por nuestras ideas, por raza, por origen, por la forma de vida. Quisieron que los venezolanos desconfiáramos unos de otros, que nos calláramos, que nos viéramos como enemigos. Nos asfixiaron, nos encarcelaron, nos mataron, nos empujaron al exilio”, afirmó.
En ese mismo sentido, el presidente del Comité Noruego del Nobel, Jørgen Watne Frydnes, acusó a una red de regímenes autoritarios y grupos aliados —incluidos Cuba, Rusia, Irán, China y Hezbollah— de proporcionar al régimen venezolano de Nicolás Maduro los medios para fortalecer su aparato de control y represión.
Frydnes destacó cómo los regímenes autocráticos están aprendiendo unos de otros y compartiendo herramientas de coerción.
“Los regímenes autoritarios aprenden unos de otros. Comparten tecnologías y sistemas de propaganda,” afirmó Frydnes en su discurso en el Ayuntamiento de Oslo.
“Detrás de Maduro están Cuba, Rusia, Irán, China y Hezbolá, que proporcionan armas, sistemas de vigilancia y vías de supervivencia económica. Hacen que el régimen sea más robusto y más brutal,” sentenció Frydnes ante los asistentes.
La aseveración fue parte de un discurso en el que Frydnes condenó la situación de Venezuela, calificándola de Estado “brutal y autoritario” sumido en una profunda crisis humanitaria y económica. El Comité documentó una larga lista de abusos y violaciones de derechos humanos, incluyendo casos de tortura sistemática y la detención de más de 200 menores tras las elecciones de 2024.
María Corina continúo asegurando que la reconstrucción de la esperanza surgió de un acto de rebeldía cívica.
“Decidimos, contra todo pronóstico, realizar una elección primaria, un acto de rebelión improbable. Decidimos confiar en la gente”, explicó Machado. La migración forzada, lejos de fragmentar, unió a la sociedad.
“La migración forzada, que buscaba fracturarnos, terminó uniéndonos en torno a un propósito sagrado: reunir a nuestras familias en nuestra tierra”.
El relato se detuvo en episodios concretos que ilustraron la resistencia cotidiana.
“En mayo de 2023, durante un acto de campaña en el pueblo de Nirgua, se me acercó una maestra llamada Carmen. Me contó que había visto allí a su jefa de calle, una operadora del régimen que decide, casa por casa, a quién se le da una bolsa de comida y a quién se castiga con el hambre. Sorprendida, Carmen le preguntó: ‘¿Qué haces aquí?’ Y la mujer le respondió: ‘Mi único hijo, que se fue a Perú, me pidió que viniera hoy. Me dijo que, si ustedes ganan, él regresará. Dime qué tengo que hacer.’ Ese día, el amor venció al miedo”, relató Machado.
La organización de las elecciones primarias y la posterior elección presidencial fueron descritas como una hazaña colectiva. “Durante más de un año habíamos estado construyendo la infraestructura para hacerlo: seiscientos mil voluntarios en treinta mil centros de votación, aplicaciones para escanear códigos QR, plataformas digitales y centros de llamadas desde la diáspora. Desplegamos escáneres, antenas de Starlink y computadoras escondidas en camiones de frutas para llegar a los rincones más remotos del país. La tecnología se convirtió en una herramienta para la libertad”, detalló Machado.
El día de la elección presidencial, el 28 de julio de 2024, marcó un punto de inflexión.
“Edmundo González ganó con el sesenta y siete por ciento de los votos, en cada estado, ciudad y pueblo. Todas las actas contaban la misma historia. En cuestión de horas logramos digitalizarlas y publicarlas en una página web, para que el mundo entero pudiera verlas”, afirmó Machado.
La reacción del régimen fue inmediata: “La dictadura respondió aplicando el terror. Dos mil quinientas personas fueron secuestradas, desaparecidas o torturadas. Marcaron sus casas, tomaron a familias enteras como rehenes. Sacerdotes, maestros, enfermeras, estudiantes: todos perseguidos por compartir un acta electoral. Crímenes de lesa humanidad, documentados por las Naciones Unidas; terrorismo de Estado, usado para enterrar la voluntad del pueblo”.
La represión alcanzó niveles extremos: “A más de doscientos veinte adolescentes detenidos tras las elecciones los electrocutaron, golpearon y asfixiaron hasta forzarlos a decir la mentira que el régimen necesitaba difundir: que habían sido pagados por mí para protestar. Mujeres y adolescentes encarceladas siguen hoy sometidas a esclavitud sexual, obligadas a soportar abusos a cambio de una visita familiar, una comida o el simple derecho a bañarse”, denunció Machado.
A pesar de la persecución, la resistencia no se detuvo. “Durante estos dieciséis meses en la clandestinidad hemos construido nuevas redes de presión cívica y de desobediencia disciplinada, preparándonos para una transición ordenada hacia la democracia”, aseguró Machado.
El significado del Premio Nobel de la Paz fue interpretado como un recordatorio global: “Este premio tiene un significado profundo: le recuerda al mundo que la democracia es esencial para la paz. Y lo más importante, el principal aprendizaje que los venezolanos podemos compartir con el mundo es la lección forjada a través de este largo y difícil camino: si queremos tener democracia, debemos estar dispuestos a luchar por la libertad”, afirmó. Y subrayó: “La libertad se conquista cada día, en la medida en que estemos dispuestos a luchar por ella”.
Machado concluyó con una visión de futuro y un homenaje a quienes sostuvieron la lucha: “Venezuela volverá a respirar. Abriremos las puertas de las cárceles y veremos salir el sol a miles de inocentes que fueron encarcelados injustamente, abrazados al fin por quienes nunca dejaron de luchar por ellos. Veremos a las abuelas sentar a sus nietos en sus piernas para contarles historias, no de héroes lejanos, sino del valor de sus propios padres.
Veremos a nuestros estudiantes debatir con pasión, sin miedo, con sus voces al fin libres. Volveremos a abrazarnos, a enamorarnos, a oír nuestras calles llenas de risas y de música. Todas las alegrías simples que el mundo da por sentadas volverán a ser nuestras”.
El reconocimiento fue dedicado a los protagonistas anónimos de la resistencia: “A los millones de venezolanos anónimos que arriesgaron sus hogares, sus familias y sus vidas por amor. Ese mismo amor del que nace la paz, el que nos sostuvo cuando todo parecía perdido y que hoy nos une y nos guía hacia la libertad. A ellos pertenece este honor. A ellos pertenece este día. A ellos pertenece el futuro”, proclamó María Corina Machado en Oslo.

