La mañana del 30 de noviembre terminó convertida en una escena de terror en Bastión Popular, una de las zonas más golpeadas por la violencia criminal en el noroeste de Guayaquil. Lo que debía ser una celebración íntima, el cumpleaños número 81 de una adulta mayor, derivó en una masacre que dejó seis fallecidos de una misma familia, ejecutados en su propia sala por un grupo armado que irrumpió sin resistencia.
El ataque, cometido con fusiles a plena luz del día, volvió a exponer la dimensión del control territorial que ejercen las organizaciones delictivas en la Zona 8, donde Guayaquil, Durán y Samborondón concentran los índices más altos de asesinatos del país.
Eran alrededor de las 08:00 cuando varias motos se detuvieron frente a una vivienda del bloque 8 de Flor de Bastión, dentro del sector conocido como Bastión Popular, según relataron vecinos a la Policía, de acuerdo a lo publicado por El Universo.
Los atacantes se identificaron como miembros de los “Activos Fénix”, nombre que mencionaron antes de ingresar armados al inmueble, donde la familia se había reunido para celebrar a la adulta mayor. Una vez dentro, ejecutaron a quemarropa a quienes estaban en la sala, sin dar oportunidad de huir o pedir auxilio. La cumpleañera, una mujer de 81 años, murió en el acto.
Cinco personas fallecieron en el interior de la casa, entre ellas cuatro mujeres de entre 24 y 81 años y dos hombres, de acuerdo con el parte policial recopilado después del levantamiento de los cuerpos. La sexta víctima, gravemente herida, fue trasladada al hospital Monte Sinaí, donde murió minutos más tarde pese al intento del personal médico por estabilizarla. La escena quedó marcada por más de una decena de impactos y casquillos de fusil que fueron recogidos por Criminalística.
Los vecinos se despertaron con el estruendo. “Fue una ráfaga, no podíamos creerlo. Eran personas que no le hacían daño a nadie”, contó una mujer que vive frente a la casa a El Universo. La Policía, que llegó poco después de la alerta comunitaria, confirmó que ninguno de los integrantes de la familia tenía antecedentes penales.
El ataque, explicaron los agentes, no estuvo dirigido contra los fallecidos, sino contra un joven de la misma familia que presenció la ejecución de sus parientes. Esa hipótesis, reconstruida con testimonios, apunta a que los atacantes quisieron matarlo a él, pero decidieron asesinar a todos los presentes para dejar un mensaje.
El capitán Patricio Morocho, jefe del circuito Flor de Bastión, lamentó la magnitud del crimen y aseguró que el hecho corresponde a una represalia directa contra ese joven, quien habría pertenecido anteriormente a los “Tiguerones Igualitos”, una facción vinculada al crimen organizado. “Estamos ante un acto de represalia”, dijo el jefe policial, al confirmar al medio ecuatoriano que los asesinos huyeron disparando al aire para evitar que los vecinos los siguieran o alertaran de inmediato a la Policía.
La masacre se suma a una serie de ataques masivos ocurridos en las últimas semanas en la Zona 8, donde los grupos narcodelictivos se disputan territorio, microtráfico y rutas internas. En Durán, apenas días atrás, siete personas fueron acribilladas dentro de un billar; en otros sectores, adultos y menores han sido atacados por extorsiones o ajustes de cuentas ajenos a ellos.
La Policía insiste en que los operativos se han incrementado, pero comunidades como la de Flor de Bastión sienten que viven abandonadas entre el fuego cruzado.
El levantamiento de los cuerpos se realizó con presencia de Medicina Legal y Criminalística tanto en la vivienda como en el hospital. Las autoridades no han informado de detenciones relacionadas al caso, que continúa bajo investigación.

