Redacción.- El secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, opinó que la incursión del Ejército ucraniano sobre la región rusa de Kursk responde al derecho a la autodefensa de Ucrania y que, por tanto, es “legítima”.
“Los soldados, tanques y bases rusos son objetivos legítimos según el Derecho Internacional”, indicó Stoltenberg en declaraciones al diario alemán Welt am Sonntag, argumentando que el objetivo de esta ofensiva no era otro que establecer una “zona de amortiguación para disuadir a Rusia de nuevos ataques a través de la frontera”.
“Y según el Derecho Internacional, este derecho no termina en la frontera”, añadió el secretario, agregando que “es decisión de Ucrania (elegir) cómo defenderse”.
No obstante, el representante de la Alianza Atlántica ha aclarado que “Ucrania no discutió de antemano su planificación para la ofensiva de Kursk con la OTAN”, por lo que, “en este sentido, la OTAN no jugó ningún papel”.
En la misma entrevista, Stoltemberg celebró el apoyo a Ucrania de países como Alemania y ha instado a los aliados de Kiev a brindarle más ayuda para que “pueda seguir defendiéndose y finalmente ganar”.
“Esto es vital para que Ucrania pueda repeler la invasión rusa”, apostilló.
Ucrania inició a comienzos de mes una incursión terrestre sobre Kursk a través de la región fronteriza de Sumi. Desde entonces, sus tropas han logrado tomar el control de cerca de 100 localidades y 1.300 kilómetros cuadrados. El Ministerio de Defensa de Rusia informó que al menos 4.700 militares de las fuerzas ucranianas han fallecido en el marco de la incursión.
Los cuidadores de niños de la región de Kursk, incluidos los de orfanatos, que fueron evacuados tras una incursión de tropas ucranianas en el curso del conflicto entre Rusia y Ucrania, clasifican ropa donada en un centro de alojamiento temporal ubicado en un campamento para niños en Korolyov, en las afueras de Moscú, Rusia (REUTERS/Yulia Morozova)
Ante la ofensiva ucraniana, miles de rusos abandonan Kursk “sin saber adónde ir”
“No sabemos realmente a dónde ir”, explican Galina Tolmacheva y su esposo Andréi, que como miles de rusos fueron evacuados apresuradamente ante la ofensiva ucraniana en la región rusa de Kursk y viven pendientes de las noticias que les llegan por teléfono.
La pareja explica a la agencia de noticias AFP que esperó “hasta el último momento” para abandonar su hogar junto a sus tres hijos. “Ya no quedaba nadie en el pueblo” de Aleksandrovka, a unos diez kilómetros de la frontera, en la región de Kursk, dice Galina, de 50 años.
El 6 de agosto, el ejército ucraniano lanzó una ofensiva de gran envergadura en territorio ruso. Según Kiev, la incursión buscó que Rusia redistribuyese sus tropas que combaten en el este de Ucrania, crear una “zona de amortiguamiento” para proteger a la población civil cerca de la frontera y empujar a Moscú a unas negociaciones “justas”.
Cuando “los proyectiles cayeron en el porche y en el huerto”, Galina y Andréi cuentan que se resignaron a “dejarlo todo”. El ejército ruso los evacuó a la fuerza.
“Liberamos a todos los animales. Abandonamos el tractor, el coche y nuestro huerto”, detalla Galina.
Nadie fue informado
El 19 de agosto encontró refugio junto a su familia en un gran centro de acogida temporal en la región, a salvo de los combates pero donde la AFP pudo acudir.
En el lugar hay actualmente “400 personas”, entre ellas 50 niños, indicó Nikita Miroshnichenko, el responsable del centro donde trabajan también psicólogos.
Cada día se organizan actividades, especialmente para que los más pequeños puedan levantar el ánimo, precisa.
Algunas personas leen o comen, mientras otras lanzan una lavadora o se maquillan. Pero los rostros están cansados, preocupados, marcados.
Aunque dice estar “satisfecho” con la acogida, Andréi, de 45 años, lamenta la falta de comunicación inicial de las autoridades locales sobre el avance de las tropas ucranianas en territorio ruso.
“Nadie fue informado”, insiste este agricultor, asegurando que los habitantes de la zona se enteraron de la situación “por internet, amigos o conocidos”.
La pareja hace una pausa en su relato, visiblemente emocionada. Todo cambió en unos pocos días.
Andréi y su esposa cuentan que ante la falta de ayuda de las autoridades, decidieron llevar ellos mismo “agua, pan y conservas” a los últimos residentes. También a los soldados apostados en primera línea que intentan contener el asalto ucraniano. En un pueblo vecino a Aleksandrovka “ya no había electricidad, ni agua”, destacó.