Las fuertes lluvias que azotan el norte de Haití desde el martes han sumido a Cap-Haitien (Cabo haitiano) y varios municipios cercanos en una grave crisis. Numerosos distritos, como Ba Zo-Vincent, Blue Hills y Cité Chauvel, están completamente inundados, mientras el centro de la ciudad está cubierto de barro, escombros y basura arrastrados desde las montañas, reporta el periódico Le Nouvelliste.
Los barrios más perjudicados incluyen Charrier, EPPLS, Cité du Peuple, Fort Saint Michel y Bas Aviation, entre otros. Calles y viviendas están sumergidas bajo el agua, dejando a cientos de familias en una situación de vulnerabilidad extrema.
La presidenta de la comisión municipal interina de Cap-Haitien, Yvrose Pierre, ha solicitado al gobierno central declarar el estado de emergencia para la ciudad y proporcionar los recursos necesarios para enfrentar la catástrofe. Según Pierre, el ayuntamiento carece de los medios para manejar la situación y solucionar los problemas estructurales que agravan las inundaciones.
“Es urgente tomar medidas impopulares, como la demolición de viviendas construidas en laderas y barrancos. Si no lo hacemos, estas inundaciones continuarán devastando la ciudad”, afirmó Pierre, mientras instaba a los residentes a colaborar en la protección de su comunidad.
Steve Mathieu, presidente de la Cámara de Comercio e Industria del Norte (CCIN), también subrayó la necesidad de una acción coordinada entre el gobierno y las autoridades locales para proteger el medio ambiente y reducir los desechos que contribuyen al colapso de la ciudad.
La CCIN y otras entidades locales han manifestado su disposición a brindar apoyo en estas labores.
Equipos del Ministerio de Obras Públicas, Transporte y Comunicaciones (MTPTC) y del ayuntamiento trabajan desde el martes para mitigar los daños, especialmente en el centro de Cap-Haitien.
Sin embargo, la magnitud de la crisis requiere un esfuerzo mayor y un plan integral que aborde tanto la emergencia inmediata como las causas de fondo de las inundaciones recurrentes.
Cap-Haitien enfrenta un desafío crítico que pone en evidencia la fragilidad de su infraestructura y la falta de gestión adecuada de sus recursos naturales.
Declarar el estado de emergencia podría ser el primer paso para canalizar recursos y atención hacia la región, mientras se busca una solución sostenible a largo plazo.