La hipertensión, también conocida como presión arterial alta, es una afección en la que la fuerza que ejerce la sangre contra las paredes de las arterias es persistentemente alta.
Esto obliga al corazón a trabajar más para bombear sangre, lo que puede dañar órganos vitales y aumentar el riesgo de problemas de salud, como enfermedades cardiovasculares, ataques cardíacos y accidentes cerebrovasculares.
Aunque existen muchos factores que pueden desencadenarla, tales como la herencia, malos hábitos de alimentación, estilo de vida sedentario, entre otros, es cada vez más común que esta aparezca como consecuencia de vivir estrés de manera crónica y aquí te contamos la razón para que recuerdas llevar un estilo de vida más relajado y aprendas a gestionar los momentos de angustia.
Por qué el estrés incrementa el riesgo de desarrollar hipertensión
El estrés puede incrementar el riesgo de desarrollar hipertensión debido a los efectos que tiene en el cuerpo, tanto a nivel físico como hormonal, entre los cuales se encuentra los siguientes:
- Respuesta del sistema nervioso simpático: Durante períodos de estrés, el cuerpo activa el sistema nervioso simpático, lo que libera hormonas como la adrenalina y el cortisol. Estas sustancias provocan un aumento en el ritmo cardíaco y en el estrechamiento de los vasos sanguíneos, lo que eleva temporalmente la presión arterial. Si el estrés es crónico, estos aumentos pueden volverse constantes.
- Liberación de hormonas del estrés: El cortisol elevado de manera persistente contribuye a la retención de sal y agua por parte del cuerpo, incrementando el volumen de sangre en los vasos y, con ello, la presión arterial.
- Cambios en el comportamiento: El estrés puede llevar a adoptar hábitos poco saludables, como fumar, consumir alcohol en exceso, llevar una dieta alta en sal o alimentos procesados, y ser físicamente inactivo. Estos factores aumentan el riesgo de hipertensión.
- Inflamación sistémica: El estrés prolongado puede contribuir al desarrollo de inflamación crónica y daño en las paredes de los vasos sanguíneos, lo que aumenta la rigidez arterial y favorece la hipertensión.
- Alteración del sueño: El estrés crónico puede interrumpir los ciclos de sueño, y la falta de sueño reparador está asociada con un mayor riesgo de hipertensión.
- Disfunción del sistema autónomo: El estrés constante puede desregular el equilibrio entre los sistemas nerviosos simpático y parasimpático, propiciando una activación continua del primero y elevando la presión arterial de manera crónica.
Aunque el estrés no es una causa directa de hipertensión permanente, contribuye significativamente a su desarrollo cuando se combina con otros factores de riesgo.
Para reducir este impacto, es importante aprender técnicas de manejo del estrés, como meditación, ejercicio regular y una alimentación equilibrada.